Giorgia Meloni, la líder de derecha que quedó a un paso de ser la primera mujer premier de Italia

(Télam) Con más de 30 años de una carrera política que inició en la rama juvenil de una de las fuerzas derivadas del fascista Movimiento Social Italiano y convertida luego en la ministra más joven de la historia de la mano de Silvio Berlusconi, la presidenta del partido de derecha conservadora y soberanista Fratelli d’Italia (Hermanos de Italia en español) Giorgia Meloni quedó a un paso de convertirse en la primera mujer premier de la historia italiana, tras vencer en las elecciones de este domingo.

Nacida en el barrio popular romano de Garbatella, inmortalizado por Nanni Moretti y su Vespa en Caro Diario, Meloni (1977) se alzó con el primer lugar y lideró a la coalición de derecha que comparte con Fuerza Italia y Liga hacia la victoria que le dará a la alianza la mayoría en las dos cámaras del Parlamento.

En política desde los 15 años, cuando dio sus primeros pasos en el Frente de la Juventud, la sección juvenil del Movimiento Social Italiano, y tras años de militancia en fuerzas de derecha, Meloni saltó al primer plano nacional cuando en 2006 fue elegida diputada en las listas del conservador Alianza Nacional y llegó a ser la vicepresidenta de la Cámara más joven de la República. Dos años después, fue designada ministra de la Juventud, la más joven de la historia, en el cuarto Gobierno del entonces premier Berlusconi.

“Gobernaremos para unir a los italianos. No estamos en un punto de llegada, sino de partida, y desde mañana deberemos demostrar nuestro valor”, planteó Meloni esta madrugada cuando, a la espera del escrutinio definitivo, las proyecciones le daban a su coalición alrededor de 236 de los 400 diputados y 114 de 200 senadores.

“De los italianos llegó una indicación clara: un Gobierno de centroderecha guiado por Hermanos de Italia”, destacó Meloni esta madrugada al conocerse los primeros datos del escrutinio.

Meloni, que más que duplicó a sus socios de coalición, deberá ahora consolidar los apoyos dentro de la alianza de derecha para poder mostrarse ante el presidente Sergio Mattarella como una opción real de formar un Gobierno estable que se asegure el respaldo de al menos la mitad más uno de los miembros de cada Cámara.

Tras su experiencia como ministra, y concentrada en formar su propia fuerza política, Meloni tuvo su debut electoral con Hermanos de Italia en las elecciones de 2013, en las que alcanzó casi 700.000 votos que le dieron nueve bancas en Diputados. La polémica, entonces y ahora, se concentraba en la iconografía del nuevo partido: desde el principio, la fuerza de Meloni (que retoma las primeras palabras del himno italiano) incluye la llamada “flama tricolor”, una reminiscencia del Movimiento Social italiano fundado en la posguerra por admiradores de Benito Mussolini. Este año, a medida que subía en las encuestas, Meloni debió multiplicar también los gestos de distanciamiento de esa época y, sin quitar la flama, planteó que “la derecha italiana dejó el fascismo en la historia hace decenios, condenando sin ambigüedades la privación de la democracia y las infames leyes anti-judías”.

Su discurso conservador se extendió durante la campaña en temas clásicos de las derechas soberanistas europeas, como el énfasis en prometer que solo permitirá el ingreso de “inmigrantes que realmente tengan derecho a la protección humanitaria” o su creencia de que el mercado debe ser quien genere riqueza, como reconoció a inicios de mes en entrevista con Télam.

En 2016, a medida que su imagen subía en las encuestas, se presentó como candidata al Gobierno de Roma tan solo tres meses antes de los comicios: aseguró que con su candidatura buscó visibilizar que “una mujer puede elegir libremente” ya que desde sectores conservadores le habían dicho que al estar embarazada en esa época no podría dedicarse full time a la campaña tras las que fue finalmente tercera, con 269.760 votos (el 20,62%), que le dejaron a 50.000 apoyos del balotaje.

De todos modos, su relación con parte del feminismo no está exenta de tensión. Durante la campaña para este domingo, Meloni recibió críticas en las redes sociales por proponer que, además de la existente ley 194 que desde 1978 garantiza la interrupción del embarazo, se pueda “garantizar el derecho de que las mujeres que se encuentran en la situación de abortar puedan tener una alternativa”.

“Nunca dije que quiero eliminar la 194. Solo quiero agregar un derecho”, enfatizó luego, aunque ya en las redes sociales se había generado la polémica por sus declaraciones.

De todos modos, según los análisis, recibió en las europeas de 2019 la mitad de sus votos de parte de mujeres, trece puntos más que en las de 2014.

Considerada como de “ultraderecha” por buena parte de la prensa europea pero de “centroderecha” por sus rivales electorales, Meloni se define en tanto como parte de una “derecha de Gobierno moderna y occidental”, con un discurso que mezcla el rechazo a la inmigración con el apoyo parcial a un sistema de subsidios para personas desempleadas mientras defiende que el Estado tenga la “acción de oro” en empresas estratégicas.

Otro de los ejes que emparenta a Meloni con el resto de las derechas soberanistas europeas es su histórica postura contraria a China, al punto que ya en 2008 había llamado a boicotear la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Beijing con críticas a la política del país asiático hacia el Tíbet, una postura que no tuvo el respaldo del entonces premier Berlusconi. Este año, en declaraciones a Télam, volvió a la carga contra Beijing y advirtió por un supuesto “expansionismo chino” en América Latina.

Decidida en los últimos meses a explicitar en cada una de sus intervenciones que no busca “rupturas con Europa” sino “potenciar la voz de Italia y sus ciudadanos”, su estrategia tuvo a mediados de septiembre un contratiempo cuando sus eurodiputados y los de su socio Salvini defendieron al húngaro Viktor Orban ante una declaración de las fuerzas de centro e izquierda del legislativo continental que consideraba que el país del Este ya no puede ser catalogado como una “democracia plena”.

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