El argentino que a sus 14 años vendió un software de realidad aumentada y se abrió camino en el mundo de la tecnología

En una época en la que la tecnología avanza a una velocidad vertiginosa, un joven viene revolucionando la industria desde una edad muy temprana. Mientras muchos adolescentes pasaban sus mañanas jugando videojuegos o viendo televisión, Lucas Roitman dedicaba su tiempo a crear su propio software de realidad aumentada. Así, antes de cumplir los 15 años de edad, construyó un producto que sería comprado por una empresa de medios internacionales.

“Fue una locura ver que mi producto tuviera éxito en tan poco tiempo. Me emociona ver que algo que hice desde mi habitación sea tan valioso para el mundo”, cuenta  Lucas, entusiasmado.

Su afición por la inteligencia artificial y la programación lo llevó a explorar las posibilidades de alterar el video en tiempo real mediante la interacción entre el mundo real con el virtual. Su intención era crear un código que pudiera entender lo que las cámaras veían en vivo y en directo, similar a la tecnología que usan los filtros de Tiktok para superponer efectos sobre rostros. Para eso, Lucas desarrolló un software capaz de reconocer caras, partes del cuerpo y objetos, además de entender gestos corporales, que lo llevó a trabajar en Airhand, un innovador software de realidad aumentada.

Mientras que una pantalla táctil solo puede funcionar en 2D, Airhand permitía operar en tres dimensiones. Tal como explica Lucas, “Airhand le brindaba al usuario la posibilidad de experimentar el entorno de una forma completamente nueva: tomar elementos de la vida real y agregarlos a la virtual, creando una experiencia única”.

Este software pateó el tablero en la forma en que las personas se relacionaban con la tecnología y dio paso a los nuevos avances en la visión por computadora y la inteligencia artificial. Según Lucas, uno de sus diferenciales era su control remoto, completamente innovador: el usuario se ponía un guante negro y movía la mano en el aire para dar órdenes a la pantalla. El guante tenía dos colores, uno rojo y otro azul, y cada color tenía una función específica. En sus propias palabras, “El programa utilizaba una cámara web o una cámara incorporada para rastrear las manos. El color rojo determinaba la posición de la mano, y el azul, si estaba abierta o cerrada”. La cámara del dispositivo escaneaba el entorno en tiempo real y superponía objetos virtuales en el campo de visión del usuario. Esto permitía que el usuario vea e interactuara con los objetos virtuales como si estuvieran presentes en el mundo real.

Para comenzar a usarlo, Air Hand se debía calibrar de acuerdo al entorno en el que se encontrara el usuario. El software se ajustaba teniendo en cuenta las condiciones ambientales, como la iluminación y el color del entorno. Así se aseguraba de que la detección y el seguimiento de los guantes fuera precisa. 

Lucas también explica: “Una vez que seleccionaba los colores en la pantalla, ajustabas los rangos que corresponden al tono, la saturación y el brillo, para adaptarlos al entorno en el que estés. De esta manera, podías filtrar los píxeles que pertenecen a cada color”. 

Con sus logros, el joven se convirtió en una figura prometedora en la industria tecnológica. A medida que su reputación crecía, también lo hacía el interés de varios inversores y medios masivos, como Clarín, que publicó una noticia sobre su exposición en la TIC Experience. Los expertos de la industria se sorprendieron por lo sofisticado que era el software y reconocieron su potencial para cambiar la forma en que las personas interactúan con el mundo que los rodea. 

Durante su presentación en Conexa Fest, uno de los festivales más grandes de arte interactivo y tecnología en Buenos Aires, Lucas recibió una oferta irresistible de un empresario de la industria tecnológica internacional por su software Airhand. Sabía que no la podía rechazar. De esta forma, consiguió la primera venta de su carrera.

Lucas reflexiona: “Tener éxito se trata de crear algo innovador que marque la diferencia. Ver el impacto que tuvo mi software es lo más gratificante de esta experiencia”. 

Tras su nuevo logro, Lucas se enfocó en continuar su carrera con varios proyectos sobre realidad virtual y aumentada. El emprendedor llamó la atención de Palmer Luckey, fundador de Oculus / Meta Quest, uno de los visores de realidad virtual más populares. El joven terminó trabajando directamente con Palmer y su equipo, utilizando su experiencia para ayudar a desarrollar nuevas e innovadoras tecnologías de realidad aumentada.

Su espíritu emprendedor y sus ideas innovadoras sin duda lo llevarán a alcanzar mayores logros en el futuro. “Siempre estoy esforzándome por mejorar e innovar, y creo que no hay límite para lo que podemos lograr con la tecnología. Está bueno saber que tengo la oportunidad de generar un verdadero impacto en el mundo”, concluye Lucas.

Bio: Lucas Roitman es un emprendedor e investigador argentino, egresado de la Universidad de Stanford, en California, Estados Unidos. Lucas se desempeña como CEO de Adia Robotics, la compañía que vino a romper con todas las tendencias en drones, y la cual fue vendida a Apple por un estimado de 55 millones de dólares. Comenzó su camino a la fama desde temprana edad, al vender su primer producto en realidad aumentada llamado Lhymo y convertirse en uno de los multimillonarios más jóvenes a nivel mundial. Roitman también representó a su país dos veces en las olimpiadas internacionales de informática en Italia y Tailandia, luego de haber conseguido ser medallista olímpico internacional en las olimpiadas CIIC iberoamericanas. 

En la actualidad, Lucas aún forma parte del Departamento de Investigación de Stanford, donde lleva a cabo investigaciones en ciencia e inteligencia artificial y publica trabajos periódicamente. A sí mismo, se desempeña como investigador senior en inteligencia artificial y aprendizaje automatizado y continúa innovando y creando diversos proyectos confidenciales.